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Aleix Saló ha creado un divertido video en el que nos muestra su visón personal de lo que ha sucedido en España en los últimos años. Es una forma fácil de entender como hemos llegado a la situación actual. Basado en el vídeo (http://www.youtube.com/embed/N7P2ExRF3GQ) trato de ofrecer mi propia versión de lo acaecido y de cómo podemos recuperarnos:
Pero ¿quién es realmente el Dios del neoliberalismo que inspira a Aznar y a todos los políticos que nos han gobernado en España? En el vídeo se ve muy bien la necesaria colaboración de las leyes, los políticos y los poderes económicos encarnados en los bancos para que Españistán llegara tan lejos. Para crear una burbuja inmobiliaria, proceso deliberado y no accidental, como algunos vienen creyendo, hace falta crear unas leyes que lo permitan, unos poderes ejecutivos que la lleven a cabo y una justicia que oculte la cabeza debajo del suelo cuando se la invoque. En España es más fácil que en otros sitios, resulta que el poder legislativo y ejecutivo se eligen al mismo tiempo a través de las urnas cada cuatro años y estos poderes eligen a los componentes del Tribunal Supremo y Tribunal Constitucional que tienen la última palabra en cuestiones de justicia en España y a los componentes del Tribunal de Cuentas que lleva el control económico del Estado y los partidos. En definitiva, sólo hay que controlar a los partidos políticos que concurren a las elecciones. Esto no es nada complicado, sólo hace falta dinero para ayudar a los partidos, porque estos se financian en su mayor parte con dinero privado sin origen conocido gracias a las sucesivas leyes de financiación de partidos políticos vigentes en España y a la excelente labor del Tribunal de Cuentas que nos mantiene informados con un ligero desfase, ¡de cinco años!, de modo que el último informe publicado, hace ya más de un año, es de cuando todavía estaban permitidas las donaciones anónimas. Hoy en día es difícil ganar unas elecciones sin dinero y eso es lo que les sobra a muchos poderes que tienen mucho que ganar con un partido político amigo.
Por supuesto, no tengo chivatos que me cuenten lo que realmente traman los políticos y los banqueros, pero es evidente las numerosas conexiones entre ambos y mucho más evidente los esfuerzos deliberados por ocultar lo que pueden. Y lo más inequívoco de todo es que si algo es legal y beneficioso para ambas partes, ¿por qué no iban a hacerlo?
Analicemos un poco más detenidamente las decisiones de Aznar que según el vídeo nos llevaron a la situación actual.
- La primera fue “liberalizar el suelo”, ampliar el suelo potencialmente edificable. Para que realmente hubiese bajado el precio del suelo edificable habría que haberlo gestionado de manera distinta, de manera que permitiera el acceso al suelo a más actores sociales y fomentara así la competencia. El suelo edificable se dejó al arbitrio de políticos fácilmente sugestionables por el dinero que fueron colocando escalonadamente suelo de manera que maximizaron los beneficios propios o los de su partido. No se liberalizó el suelo, por el contrario, se facilitó el monopolio. En realidad las grandes inmobiliarias junto con los bancos controlaron a los políticos y el mercado del suelo en España. Podían disponer de cuanto suelo necesitaran sin competidores. Esto es lo que les permitió ajustar los precios, no en función de los costes como en un mercado de competencia perfecta sino, en función de lo que la gente pudiera permitirse. Esta es la base de la burbuja inmobiliaria.
- La segunda decisión fue reducir los derechos laborales con el objetivo de abaratar costes y fomentar la contratación. Si bien contribuyó a que se pudiera contratar a más personas, no se le puede atribuir la consecuencia de que muchos jóvenes dejaran de estudiar y fomentara la inmigración. Esto se hubiera producido de todas maneras con la burbuja inmobiliaria. Lo que sí condujo es a una reducción de la productividad, no hacía falta que un trabajador fuera muy productivo para que fuera rentable. Sin embargo, las consecuencias más evidentes fueron que al liberalizar más el mercado de trabajo los sueldos reales bajaron o no subieron a la par que la economía, los trabajadores se quedaron en situaciones más precarias y con menos dinero disponible para consumir, lo que limitaba sensiblemente las posibilidades de todo tipo de negocio.
- ¿Cómo salvar la barrera del dinero disponible por los consumidores?
- La manera de poder aumentar los beneficios fue prestando cada vez más dinero sobre ingresos futuros. Las hipotecas concedidas por los bancos fueron las que permitieron la burbuja. Cuanto más dinero eran capaces de prestar los bancos más cobraban las inmobiliarias por los pisos. Esto vino realimentado por el dinero proveniente de inversores internacionales atraídos por unas expectativas de beneficios espectaculares. El sistema era perfecto para todos, los bancos ganaban cada vez más, las inmobiliarias también y los inversores internacionales estaban contentos de que su dinero rendía sin esfuerzo. Y los trabajadores “conseguían” sus anheladas casas.
El sistema podría haber funcionado durante más tiempo si no se hubiera cerrado el grifo de la financiación internacional por el miedo a la inflación mundial. Tanto dinero en circulación, lleva a la inflación y esto no es otra cosa que el dinero pierda valor. Y nadie con dinero quiere que eso ocurra, ¿verdad? Las primeras consecuencias del enfriamiento de la economía mundial las sufrieron los trabajadores precarios de EEUU, que fueron los que primero vieron perder sus casas. Estas primeras víctimas se hicieron tristemente famosas porque durante todos estos años se les ha atribuido la culpa de la actual crisis.
Al frenar la circulación del dinero, las inmobiliarias se quedaron sin dinero para seguir construyendo, lo que llevó a la calle a muchos trabajadores. Por otra parte, las empresas de todo tipo más débiles financieramente tuvieron que cerrar, lo que dejó a otros tantos en la calle. En definitiva millones de trabajadores se quedaron sin ingresos para pagar las hipotecas, lo que ha llevado y sigue llevando a muchos impagos y a que muchas familias se queden sin casas. Todo esto ha puesto en aprietos a los bancos y a las grandes empresas y el Estado no ha tenido más remedio que intervenir: para salvar a los bancos y las grandes empresas.
El Estado no ha intervenido para dar trabajo o dinero a los trabajadores para que no pierdan sus bienes ni tampoco ha ayudado a las pequeñas empresas que han tenido que cerrar por falta de liquidez y no por un modelo de negocio equivocado para no perder el tejido productivo del país. El Estado ha dado dinero a los bancos para que estos no quiebren. Una muestra palpable de las prioridades de los que toman decisiones en el Estado.
En definitiva, tenemos una Españistán con cinco millones de parados; una deuda frente a los acreedores internacionales astronómica; unos oligopolios en los sectores clave de la economía: telecomunicaciones, energía, construcción, banca que fijan los precios como les da la gana por lo que obtienen beneficios increíbles y, por tanto, no tienen ninguna acicate para mejorar la productividad; unos bancos fachadas sin pasivos en quiebra mantenidos por la poca credibilidad que le queda a España y un tejido empresarial dependiente de esos mismos bancos que no es capaz de exportar tanto como lo que consumimos del exterior. ¿Y dónde está todo el dinero que los inversores internacionales introdujeron en España? No creo que nadie lo sepa exactamente pero seguro que en Españistán no: anda repartido por el mundo en inversiones con futuro. Todo este panorama lo hemos ganado a pulso gracias a la buena gestión de la corrupción institucional española.
Pero, ¿sabéis lo peor? A los habitantes de Españistan aparentemente no nos preocupa la corrupción, sólo nuestro curro y nuestra casa. Según consta en los barómetros del Centro de Estudios Sociológicos.
Lo bueno es que sin saberlo sí que estamos preocupados por la corrupción porque sólo podremos tener trabajo y vivienda digna cuando seamos capaces de acabar con ella. Cuando los que nos gobiernen tengan como objetivo el trabajo y la vivienda de las personas y no el enriquecimiento de los poderosos.
La situación no es irreversible:
- Lo primero es poner coto a la corrupción institucionalizada para que no vuelva a pasar lo que en nuestra historia más reciente. Hay que cambiar el sistema, no basta con cambiar de políticos
- Lo segundo es poner orden y lógica en el dinero. Nuestro orden jurídico, concretamente en el artículo 128.1 de la Constitución Española, expresa: "Toda la riqueza del país, en sus distintas formas y sea cual fuere su titularidad, esta subordinada al interés general." Y todos deberíamos estar de acuerdo que el interés general pasa por dar trabajo a los que no lo tienen y por evitar que pierdan sus casas. Dicho esto, yo no creo en las nacionalizaciones, en dar más poder a los políticos del que ya tienen o en centralizar aún más el poder. Pueden existir perfectamente bancos privados que se dediquen a sus negocios que se rijan por el artículo 128.1, pero para ello hay que cambiar la regulación de los bancos. La gestión del dinero es algo tan fundamental en nuestras economías que debería regirse por unas normas muy estrictas de control ciudadano y jurídico. Por ejemplo, no deberían tener intereses en otras empresas para que no beneficien a unas más que a otras. Otro ejemplo, debería ser un delito frenar la circulación del dinero por las consecuencias sociales que conlleva. Es preferible una inflación controlada que el paro y la pérdida de bienestar de toda la población. Tal como está organizada la economía es natural que el dinero pierda valor y haya que crear cada vez más dinero porque si no, ¿de dónde vendría el dinero para poder pagar los intereses que se exigen por los préstamos? Si en una economía cerrada, sus habitantes piden prestado 100 unidades de dinero al 2%, al cabo de un año debería haber 102 unidades de dinero en la economía para que todos pudieran devolver sus deudas. O se admite que haya gente que no vaya a devolver sus deudas o no hay más remedio que crear dos unidades de dinero más. Sí, ya sé que Españistán no es una economía cerrada, que las dos unidades pueden provenir del exterior pero de ¿dónde? El país de origen tendría un problema añadido, no sólo tendría que hacer frente a los intereses de sus deudas sino a las dos unidades que han venido a parar a Españistán. El mundo sí que es una economía cerrada: todavía no tenemos noticia de dinero introducido por los marcianos. Y de eso son bien conscientes las empresas multinacionales que operan en todo el mundo y que “probablemente influyan” en los gobiernos de los distintos países. Sean quienes sean los que están preocupados por la inflación mundial están abocados al fracaso, sólo están consiguiendo retrasarla y de paso llevar a la indigencia a millones de personas y a que aumenten los cientos de millones que pasan hambre. Los productos básicos están subiendo de precio, no por falta de producción, sino por exceso de dinero. Pero un dinero que está en manos no de quienes lo necesitan sino en otras que no saben que hacer con él. Volviendo a la Unión Europea, esta está empeñada en luchar con la inflación limitando el dinero en circulación porque los que gobiernan temen más por su dinero que por el bienestar de los habitantes. Pero la única opción que queda, que es dejar que haya deudores que no puedan devolver las deudas, no están dispuestos a emplearla de momento porque es tal la desproporción entre las deudas y el dinero realmente disponible que probablemente nadie podría devolver las deudas y todo el mundo se quedaría sin su supuesta riqueza. Por lo que han optado por retrasar la inflación y de paso transferir las deudas a los contribuyentes y sangrarles todo lo que se pueda. Están en un equilibrio muy complicado, si dijeran de una vez que no van a dejar que los deudores dejen de pagar sus deudas, ya no tendría sentido pagar más intereses por unos préstamos que por otros y estarían reconociendo que todo el dinero obtenido por los préstamos es válido y automáticamente el dinero valdría menos, porque habría más. Por el contrario, si para atajar definitivamente el problema de la inflación dijeran que no van a apoyar a los deudores, no saben las consecuencias que podría acarrear.
España se ha comprometido con la Unión Europea en la construcción de un espacio económico común con una moneda única. Pero ha cometido el error, al igual que otros países por todos conocidos, de tomar prestado demasiado dinero de sus socios y otros países extranjeros sin emplear una parte suficiente del dinero en bienes productivos que hubieran permitido devolver cómodamente los prestamos, por culpa de la corrupción imperante en nuestros países que ha desviado el dinero hacia otras partes del mundo. Esto era un riesgo que deberían haber evaluado los prestamistas en su momento. Muchos invirtieron en la burbuja inmobiliaria y nadie puede aducir ahora que ignoraba la corrupción que existía. Antes, estos problemas se podían saldar con una devaluación de la moneda nacional pero al estar integrados en una moneda común este recurso ya no existe. Ahora les toca decidir a las autoridades comunitarias si dejan que quebremos y se hace una reestructuración de las deudas o siguen avalándonos con la esperanza de que finalmente vuelva el crecimiento. Pero si deciden seguir prestando, deberían comprometerse a hacerlo con todas las consecuencias con lo que el riesgo de impago sería nulo y, por tanto, sería absurdo cobrar un diferencial de interés por los préstamos concedidos. Lo contrario sería un robo. Es la única manera de que nuestros países puedan volver a crecer y devolver toda la deuda contraída. La solución no es contraer las economías con recortes y austeridad sino expandirlas invirtiendo en labores productivas, exportadoras o que reduzcan las necesidades de importación, que reequilibren las balanzas de pagos por cuenta corriente de nuestros países. Es un objetivo al alcance de la Unión Europea en la que todos saldríamos beneficiados. Es urgente que los Gobiernos Comunitarios informen a sus ciudadanos de los beneficios de una Unión real solidaria. Algunos ciudadanos ya estamos convencidos de ello y saldremos a manifestarnos en los próximos meses, empezando por el 19 de junio de 2011.
Independientemente de lo que decida la Unión Europea, no debería permitir que nuestros países siguieran en el seno de la misma sino resolvemos antes nuestros problemas de corrupción. Debería presionar a nuestros Gobiernos para que tomen las medidas de transparencia y anticorrupción necesarias para que lo ocurrido no vuelva a suceder y para que las ayudas que se diseñen lleguen a la población y puedan surtir efecto. Si no se produce un cambio en nuestros Gobiernos, cualquier dinero que se nos preste acabará en el rincón más insospechado del planeta, aumentando indefinidamente nuestras deudas. La Unión Europea no estaba preparada para los niveles de corrupción institucionalizada que había en nuestros países, ha pecado de ingenua y ahora pretende exigir medidas injustas a las personas equivocadas.
La Unión Europea sigue empeñada en no entrar al fondo de los problemas y el 23 y 24 de junio se va a aprobar un nuevo pacto del euro que perpetuará la situación de desigualdad de los ciudadanos de la Unión Europea.
Resumiendo:
- La corrupción institucional es la culpable de la burbuja inmobiliaria y de las deudas impagables de los Estados.
- Hay que acabar con la corrupción institucional de los distintos países de la Unión Europea.
- O se declaran insolventes los países deudores o se les presta al mismo tipo de interés. Es un robo cobrar diferentes tasas de intereses si no se está dispuesto a dejar que quiebren. Estas tasas las están pagando los trabajadores y están impidiendo que las economías se recuperen y llevando a que muchas unidades familiares se queden sin trabajo y sin vivienda.
- No hay que contraer las economías con problemas de endeudamiento con recortes y austeridad sino expandirlas invirtiendo en actividades que reequilibren sus balanzas de pagos por cuenta corriente y se puedan así reducir los índices de endeudamiento. Con sólo limitar la corrupción se podría dedicar más dinero hacia estos sectores.
Los europeos tenemos que salir a manifestarnos para reclamar lo que nuestras constituciones nos prometen.
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