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19 de mayo de 2011

¿Y después del 15M y 22M qué?

El día después, ¿qué podemos hacer?

SAM_0905

Está cantado que el 21 y 22 de mayo del 2011 pasarán a la historia por las mayores muestras de descontento del electorado español a sus políticos y representantes. Da igual que prohíban las manifestaciones o no. El movimiento es imparable y todo el mundo debería ser consciente de ello. La gente sabe que los políticos nos están engañando y que después de las elecciones viviremos los peores momentos de la recesión. Da igual lo que prometan, los electores ya han comprobado repetidas veces que las palabras expresadas por los políticos no obligan a su cumplimiento legal, y mucho menos moral.

Los partidos políticos están a estas alturas preparando su discurso para justificar los resultados electorales. Dirán que una vez más el pueblo español ha demostrado su apego a las instituciones democráticas y que la democracia ha vuelto a ganar, a pesar de los elementos desestabilizadores. Dirán que en parte es comprensible la actitud de estos “jóvenes” (de 14 a 100 años), por la gravedad de la crisis y su particular situación precaria. Pero olvidarán que por primera vez todos los descontentos del sistema han tenido ocasión de unirse por un objetivo común, que han comprobado que son muchos y que pueden ejercer cierta influencia en la sociedad. Ha sido una ocasión única de organizarse y conocerse mejor, de compartir todas las injusticias y conocer de primera mano las personas que las están sufriendo. De un movimiento espontáneo sin rumbo claro se está pasando a grupos organizados con consignas comunes, consensos mínimos y voz propia. Impresiona ver cientos de personas reunidas sin alcohol, pacíficas y sin signos políticos ni sindicales. E impresionará aún más las manifestaciones que se adivinan para este fin de semana que viene.

El 23M la situación estará en empate, por una parte los manifestantes habremos mostrado nuestra fuerza y por otra los políticos podrán alardear una vez más del apoyo de su pueblo e ignorarán todas las reivindicaciones. Como mucho prometerán que las tendrán en cuenta pero ¿esto es suficiente? ¿Desde cuándo se puede uno fiar de las promesas de los políticos?

Las plazas conquistadas y el movimiento ¿se podrá abandonar sin más? Los movimientos árabes han tenido un objetivo simbólico y real que marcaba el límite de las manifestaciones: el derrocamiento del dictador. Aquí, ¿cuál es el objetivo?, ¿acaso mostrar el descontento antes de las elecciones? No creo que tenga que ser sólo ese. El objetivo al que podemos aspirar es a cambiar la situación en la que los políticos están más pendientes de satisfacer a sus patrocinadores que a sus electores.

¿Cuál podría ser la prueba de que este cambio se va a producir?:

  • ¿El inicio de un nuevo período constituyente? y si  es así ¿quiénes tendrían que participar? España ha cambiado mucho desde 1975, las circunstancias son totalmente diferentes y la Constitución resultante sería otra completamente distinta, en la que se debería contemplar los medios para que realmente se cumpliera y no acabara en papel mojado como la anterior. Es un buen momento como otro cualquiera para replantearse el rumbo de nuestra sociedad. Los nuevos medios de comunicación como internet permitirían una mayor participación de todos en la elaboración de la nueva Constitución.
  • Quizás el objetivo pueda ser menos ambicioso por el momento. ¿Podría ser suficiente con que los partidos políticos publiquen sus cuentas, se auditen las mismas y si se determina que no cuadran o que han incurrido en un déficit abusivo, se anulen sus candidaturas, porque querría decir que los bancos han incurrido en prestamos temerarios o que esperan recuperar los préstamos a través de favores? Si las candidaturas anuladas fueran bastantes, como es previsible, ¿bastaría con que se hicieran nuevas elecciones en las que no puedan participar los partidos sospechosos de fraudes? Para que esto tuviera un mínimo de verosimilitud habría que exigir que se deroguen todas las leyes que impiden la independencia de la justicia y se creara una nueva ley que obligara a que todo lo que se prometa en una campaña electoral tenga que estar respaldada por un estudio económico y que fuera de obligado cumplimiento en caso de gobernar.
    Es urgente determinar un objetivo palpable suficientemente simbólico de que se va a producir un cambio real en la situación de los “indignados”. No podemos esperar.
    ¡Democracia real ya!

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