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19 de junio de 2013

¿Manifestaciones desproporcionadas?

#WorldRevolution #GlobalRevolution

Un centro comercial, una subida de los transportes por debajo de la inflación … Turquía, Brasil … Han provocado que cientos de miles de ciudadanos descontentos salgan a las calles. Los políticos, boquiabiertos, no parecen querer entender la situación. No se trata del simple centro comercial o de las subidas del transporte. Se trata de algo mucho más profundo. Se trata de que mucha gente ha dejado de confiar en sus políticos y en sus autoridades. Está harta de que se la maneje como marionetas. Los que participan en las manifestaciones no tienen unidad ni la necesitan. Hay algo que los une: el hartazgo y la esperanza de que todavía se puede cambiar algo. Son parte de un movimiento mundial de rechazo a la realidad impuesta.

Hay una incoherencia esencial en las democracias que no resiste el mínimo escrutinio: la gran distancia que media entre los derechos que garantizan las constituciones democráticas y la realidad. Sobre el papel los ciudadanos tienen muchos derechos pero en la realidad son negados sistemáticamente con miles de excusas.

Los medios europeos presentan estas últimas manifestaciones poniendo distancia, como casos de países con problemas especiales. Pero precisamente son países “democráticos” con éxito económico a los que todavía no les ha afectado la crisis tan seriamente como a otros (desgraciadamente tienen un futuro económico a medio plazo poco esperanzador aunque todavía no se aprecie claramente). En cambio, silencian otras miles de manifestaciones que se producen diariamente en Europa y en todo el mundo. Todos los días del año hay millones de personas en las calles manifestándose, dejando bien claro con sus pancartas y consignas que están hartos de sus gobernantes.

Sin embargo, los políticos y gobernantes europeos y mundiales siguen inmóviles, como si tal cosa, como si la película no fuera con ellos, argumentando que comprenden el desconsuelo de los ciudadanos pero que no se puede hacer nada para remediarlo. Y la tensión sigue aumentando…

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